SOBRE MÍ
Me inicié en la fotografía relativamente tarde, y después de unos años de búsqueda y entusiasmo, esta afición pasó a convertirse en algo más o menos rutinario. Pero esto cambió hace unos años como consecuencia principalmente del salto al digital, con lo que trajo consigo en cuanto a facilidad para experimentar y comprobar los resultados de forma instantánea, grandes posibilidades a la hora de editar las fotos, el hecho de poder disponer de cámaras compactas evolucionadas que puedes llevar siempre al cuello, etc. (dicho esto, confieso que me resistí mucho al cambio y que, aún ahora, sigo haciendo fotos de vez en cuando con mis viejas cámaras de película). También me ayudó en mi evolución el hecho de decidirme a compartir mis fotos con otros amantes de la fotografía y aprender también de ellos.
El caso es que creo encontrarme en un momento muy creativo; me doy cuenta de que puedo ver cosas que otros no ven y que tengo la técnica suficiente para poder captarlas y convertirlas en imágenes que den cuenta de aquello que experimenté y también de lo que sentí en aquel momento. Porque eso es lo que yo pretendo con la fotografía: tratar de aprehender la vida que se escapa, la emoción del momento, para dejar testimonio de ello y, en algún modo, preservarlo.
He realizado hace unos años una exposición en la Fundación Alvargonzález de Gijón con el mar como tema, y he participado en alguna muestra colectiva. En 2018, obtuve una beca "Nuevos Talentos" en los Encuentros Fotográficos de Gijón, y una parte de mi proyecto Off Season fue expuesto en el Museo Barjola de esta localidad.
MI TRABAJO
Básicamente, me considero un fotógrafo documental, en el sentido de que fotografío lo que veo, sin recurrir a preparaciones o puestas en escena. Tampoco me organizo por proyectos (por lo menos hasta el momento no lo he hecho), sino que armado con mi cámara intento captar lo que me motiva o llama mi atención en cada momento, sin limitarme a hacer un tipo de fotografía concreto. Es más tarde, a la hora de agrupar o clasificar mis fotos, cuando constato que existen asuntos que aparecen de forma recurrente. Es el caso del mar, los animales y la naturaleza en general, asuntos a los que vuelvo una y otra vez y que siempre me ofrecen una cara diferente. Incluso en mis incursiones por la ciudad abundan más los espacios poco concurridos: playas, parques, zonas industriales, etc., donde la figura humana aparece en un marco más amplio.
También son habituales las fotos realizadas desde el otro lado del cristal o bien aquellas en las que me detengo no en el sujeto en sí sino en el reflejo o la sombra, de modo que la realidad suele aparecer deformada, difuminada, desdibujada, llegando a veces a la abstracción. No me atrevería a decir si cabe extraer algún significado de todo esto o se trata de una simple consecuencia de la timidez del fotógrafo. Por último, en otros casos la visión se concentra en detalles que para mí pueden ser significativos, líneas, texturas, juegos de luces y sombras, etc.
Si bien me definí anteriormente como fotógrafo documental, lo cierto es que en muchos casos huyo del realismo, en el sentido de que muchas de las imágenes no cumplen las reglas tradicionales del enfoque y la nitidez, y en ocasiones pueden parecer más pinturas que fotografías (para alguien a quien nunca se le dio muy bien el dibujo, esto es una especie de venganza). Este efecto "pictórico" no está conseguido, sin embargo, a base de ningún tipo de filtro o textura, sino que es el resultado del empleo de diferentes técnicas: exposiciones largas, movimiento de cámara, reflejos o tomas a través de un cristal. Por tanto, los ajustes realizados en la edición de las fotos son tan sólo los habituales: brillo, contraste, luminosidad, etc. No se trata de esteticismo, o por lo menos yo no lo veo así. Me parece que de esa forma puedo captar mejor lo esencial del tema, lo que yo siento cuando miro por el objetivo de la cámara, la imagen que queda en mi retina.